martes, 4 de octubre de 2011

Martes, madrugada.

En otra de mis largas jornadas insomnes escuchando a Giovanni Allevi y a Ludovico Einaudi me puse a ver fotos desde estos años atrás hasta ahora.

Me he dado cuenta de que los sucesos de este año y el anterior han sido prácticamente idénticos. Inviernos divertidos, llenos de salidas nocturnas, borracheras y nuevas caras que para una animada primavera se convertían en personas cercanas, nuevos amigos, o simplemente caían en el olvido.
Después le sigue el verano, que por suerte o desgracia va acompañado de alguna tortuosa relación sentimental de la cual desde un principio soy consciente de que nunca llegará a nada.
Llega el otoño, que es la etapa de letargo mental, lo cual hace que no tenga demasiadas novedades destacables. Es normal, comienza la rutina.
Y bueno, después vuelve el invierno, y el bucle comienza de nuevo, con la única diferencia de que soy más viejo y tengo menos escusas para disculparme ante ciertos comportamientos.

En fin, ahora suena Yann Tiersen, y por algún motivo he dejado de pensar en lo que estaba escribiendo. Ahora pienso en por qué nos lavamos las manos después de ir al baño.

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